19 de febrero de 2008

Poética en ciernes

Al cabo de mucho tiempo las ondas sonoras fueron introduciéndose en mí colmando cada rincón vacío. Fue un error haber querido poseer otro ritmo. Ahora que escucho otra melodía, sé que no debí caer en la desmesura. Sólo miré enormes letras, signos, pero no una voz, una verdadera voz. No la vi a ella, como diría JRJ, mire sólo su ropa elegante, su mirada seductora, pero no a ella. Ignorante de los hechos creí que cuanto más le obsequiase con mayor gusto ella vendría a mí. Pensé que cómodamente vendría a mis brazos y seríamos felices, ella en mí y yo en sus cuerdas. Nunca comprendí su alejamiento. Mi obsesión por ella era evidente a los demás, no para mí que seguía cortejándola con juegos grotescos.
Así la poesía se aleja. Y he comprendido que no debí agobiarla, no debí forzarla. Mi relación con ella, debe ser agradable, natural, para que como dos amantes embriagados descubramos la intuitiva palabra que nos vuelvan a reunir.

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