3 de marzo de 2008

Nuevos horizontes

Es claro que para todo hombre existe un momento límite: éste es el mío. La obsesión poética debe finalizar. Me he disgregado, me he dispersado en brumas que no me permiten observar los acontecimientos de manera objetiva, pero sobre todo, no me han permitido lograr a corto plazo mis objetivos.

Este es un sueño que nació en una fría oficina de Irapuato, sueño que maduró, que quema duro, en otra de Guanajuato. Un sueño que se ha convertido en realidad aunque a veces toma tintes de pesadilla. Es mi culpa, claro, no hay otro culpable en este drama.

Si en el pasado tuve éxito, ¿por que no he de repetirlo?

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