2 de agosto de 2010

Sobre El oro ensortijado

Redacción/Colectivo Plataforma

Hace tiempo que en el panorama poético de México hacía falta la aparición de una antología comprometida, una antología en realidad comprometida con su propuesta estética y no con los autores que presenta, una antología, vaya, que no se traicione a sí misma. Más allá del desarrollo de generaciones, más allá de tratar de fijar nombres en las tupidas constelaciones mexicanas, El oro ensortijado busca hacer hincapié en la obra y no en las carreras literarias, busca, en palabras de uno de sus antologadores, hacer una selección de poemas y no de poetas.

La obra presentada por Mario Bojórquez, Alí Calderón, Jorge Mendoza Romero y Álvaro Solís llama la atención por su doble prólogo, que primero nos presenta una introducción, a cargo de Bojórquez, de lo que ha sido de las antologías en México y luego continúa, con Jorge Mendoza Romero, dando cuenta de lo que encontraremos en El oro ensortijado: una obra basada en el gusto, en el decoro a la manera horaciana, como dicen sus autores. 

En El oro… podemos encontrar grandes poetas consagrados como Tomás Segovia, quién nos estremece enormemente al escucharle decir:

"Mis besos lloverán sobre tu boca oceánica[…]
hundiéndose en tu gruta marina […]
perdiéndose como un chorro en el mar"


No sólo hallamos la feliz emoción al encontrar los versos de Segovia, sino también nos estremecemos por la diversidad de los textos que conviven en la antología; junto a Segovia descubrimos a un Héctor Carreto que se confiesa de la siguiente manera: 

"Señor:
He pecado.
La culpa la tiene santa Dionisia,
La secretaria de mi devoción,
que día a día
me exhibía sus piernas"


Ordenada por fechas, la antología avanza poema a poema, autor por autor, emocionándonos siempre de hallazgo en hallazgo, subiendo por los años, por las épocas, encontrándonos hermosos versos como los siguientes de Bojórquez:

    "Todos tenemos una partícula
de odio
un alto fuego quemándonos por dentro
una pica letal que horada nuestros órganos"


O los desbordantes del Álvaro Solís:

    "Mi abuelo
olvidó llevar su sombrero hacia la muerte,
y yo crecí esperando
que un día él entrara a la casa,
llevando el pan para la cena"


Es cierto que algunos lectores echarán en falta, como siempre, determinados nombres en El oro ensortijado buscando desdeñar su propuesta estética. He aquí un error gravísimo: El oro ensortijado parte de un objetivo harto claro en su prólogo: la reconstrucción, sostenida por un gusto honesto y una idea de la poesía, a decir de sus autores, de la tradición mexicana del siglo XX, reuniendo lo uno en lo diverso, y no a otra cosa debe atenderse cuando de ésta antología se quiera hablar. Así pues, el lector de El oro ensortijado, desde su horizonte, desde su idea personal de la poesía, desde su gusto por las antologías y las aventuras estéticas, habrá de constatar que ciertamente esta obra entrega lo mejor de la poesía actual.

El oro ensortijado, poesía viva de México, será presentado en la ciudad de Guanajuato este 6 de agosto, a las 6 de la tarde en la Capilla Barroca del Museo del Pueblo. Una tarde-noche de poesía, cuento y lectura la que se vaticina sin duda, una tarde-noche convocada por la Universidad de Guanajuato, a través de la División de Ciencias Sociales y Humanidades y el Colectivo Plataforma, siempre preocupados por la difusión y promoción de la cultura.

1 comentario:

Joaquin dijo...

Como envidio esa tarde y noche del 6 de agosto.
Quizás "Oro ensortijado" aparezca en las librerías españolas.
Estaré al loro.
Interesante tu reseña.