22 de octubre de 2010

Todo lo que el silencio hace huir de las cosas

                                                                 Elegir es equivocarse
                                                                 Octavio Paz


J se da cuenta de que siempre estará solo. Sabe ahora mismo que algunos de su más cercanos le hablan sólo por un descarado interés. Lejos queda de su mirada la inocente verdad que inocente miraba. Ahora mira la podredumbre, el caos, las calles sucias y la resquebrajadura de los muros. Ahora mira con ojos cansinos al silencio que una vez más decidido lo circunda. Es increíble, piensa, que vuelva a padecer por absurdos motivos como el silencio. Esa razón lo tiene inquieto, le impide concentrarse, leer, escribir, ser el mismo. Sabe, incluso, o cree saber, que estará por siempre solo mientras la situación no mejore, mientras esas mismas circunstancias lo persigan, mientras él las persiga, y por eso le duelen los hechos. Está cansado y se cree un tonto. Tonto por creer en los mismos engaños, tonto por pensar todos los días en ella. Éstas líneas, por ejemplo, sólo revelan la ininterrumpida queja de un desmemoriado.  

2 comentarios:

LSz. dijo...

Efectivamente, el quejica es aquel que no tiene memoria y es incapaz de notar, que a lo lejos pero muy denso, hay un horizonte que no es ese cascabel interesado sino un mirón distanciado, que no lejano.Que espera, no se sabe por qué razón,ser el centro de la vida de no sé quien y con ello deja de ser su propio centro. Desacraliza y entrega a otros el prodigio de dirigirse roussonianamente. Se me figura este J aquel rey español que, incapaz de ver la riqueza del descubrimiento, siempre, en demérito, volteaba hacia la Europa central en busca de un reconocimiento insulso, histórico, cuando tenía todo en sí para su propia anagnórisis.

José Antonio dijo...

Así es LF. Este J busca su centro en otro sitio.